Tres cosas que deberías tener en cuenta antes de cambiar de empleo

Publicada el 19 de octubre de 2019. Fuente: blog.infoempleo.com

Ester Yerro


No es lo mismo cambiar de empleo a los 20 que a los 45. Los objetivos son distintos y cómo quieres verte dentro de unos años también. Pero hay cuestiones que tocan a casi todo el mundo. Una es la economía, otra es el futuro y la tercera es el bienestar. Te ayudamos a analizar tu situación ahondando en la letra pequeña de estos tres puntos clave.


¿Me compensa económicamente?


No solo la cifra anual de salario bruto te asegura que sales ganando o perdiendo con el cambio. Un punto importante es la posibilidad de aumentos. Si los hay, la ventaja es mucho mayor. Ten en cuenta si se cobran pluses por antigüedad (no en todos los sitios sucede) o, ya más regulado, si cobrarías trienios, sexenios…


También hay que plantearse los gastos extra que te quitas o que te pones con el cambio de trabajo. Por ejemplo, ¿te tienes que desplazar en coche cuando en el otro trabajo vas en transporte público?. ¿Te toca dejar a los niños a desayuno, comedor, ampliación de horario o actividades extraescolares?. Quizá un gasto que pasa desapercibido puede ser la renovación y el mantenimiento de un vestuario adecuado. Todo esto depende mucho de tu día a día y de tus circunstancias, evalúalo con detenimiento y haz tus cuentas.


En ocasiones la mejora se basa en la retribución flexible. Lo que hay que plantearse en estos casos es cuánto uso vas a hacer de ella y si realmente la necesitas o bien te vas a crear una necesidad extra. Por ejemplo, los seguros privados. Si hasta ahora no tenías necesidad de ellos, ¿es realmente una ventaja empezar a usarlos? Igual sucede con los tickets restaurante si tú no acostumbras a comer fuera o si prefieres llevar las riendas de tu dieta. O bien el famoso bono de gimnasio cuando el deporte no entra en tu día a día o lo hace por otros cauces. Especial cuidado hay que tener con los planes de jubilación, quizá no te resulten tan interesantes como en principio parecen.


¿Supone un desarrollo de mi carrera o un buen desenlace?

Merece la pena detenerse bien en este punto. Quédate o márchate, pero que el puesto en el que estés te de la oportunidad de mejorar tu futuro. Por un lado, piensa en si tienes la posibilidad de crecer dentro de la empresa. Eso pasa por ascensos, pero también por adquirir conocimientos y experiencia que te posicionen como talento cualificado dentro del mercado laboral.


Otra cuestión importante es si amplía tu red de contactos. Ir más allá de lo que se te presenta de manera inmediata va en favor de tu estabilidad a lo largo del tiempo. Siempre que hayas afianzado las relaciones laborales, podrás moverte mejor en función de tus objetivos. Si te quedas en una situación vulnerable, por ejemplo, si te despiden, vas a poder contar con esta red, lo que afianza tu estabilidad.


Quizá no estés en un momento de crecimiento y expansión, sino todo lo contrario, de recogimiento y concentración, es decir, en el tramo final de tu carrera profesional. En este caso, más que en ninguno, el futuro importa. La decisión de si cambiarás o no de empresa se puede centrar en qué te reportará más beneficios a la hora de jubilarte.


¿Me voy a sentir mejor todos los días?

El bienestar emocional y físico es lo que nos permite llevar el día a día. Una vida plena no tiene por qué ser una vida sin sobresaltos. Cada cual tiene su propio baremo y sabe las circunstancias que le son más favorables. Hay quien quiere estar siempre rodeado de gente, y quien no soporta estar mucho tiempo con las mismas personas todos los días.


También es importante la motivación con la que acudes a tu trabajo. Las tareas que vas a desempeñar ¿te llenan más o menos que las de ahora? Puede que supongan un reto, y que precisamente a ti no te gusten los retos y prefieras quedarte en el confort de lo conocido. O al contrario, que tu iniciativa y tu tremenda curiosidad no dejen que te conformes con hacer siempre las mismas cosas.


Un último aspecto que conviene evaluar es el coste físico que te supondrá el no cambiar o el cambiar de puesto. A veces se deja esta cuestión en último plano cuando la salud es fundamental, es lo que te permite acudir al trabajo. Todo lo que te suponga un desgaste físico o un empeoramiento de tu salud conviene que lo mires con lupa. Esto incluye la salud mental, que puede ser muy frágil si va a someterse a un estrés muy alto.







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