El “modelo New York”: el equilibrio entre oficina y teletrabajo que redefine el empleo moderno
Durante los últimos años, el mundo laboral ha experimentado una transformación radical. Lo que comenzó como una necesidad temporal durante la pandemia, se ha convertido en un debate permanente: ¿cómo, dónde y cuándo debemos trabajar? En medio de esta conversación global, ha emergido el llamado “modelo New York”, un enfoque híbrido que busca combinar lo mejor de ambos mundos: la flexibilidad del teletrabajo y la energía colaborativa de la oficina.
Pero ¿en qué consiste realmente este modelo? ¿Por qué tantas empresas de referencia en Nueva York —y ahora también en Europa— están apostando por él? Y, sobre todo, ¿por qué cuesta tanto aplicarlo en España?
¿Qué es el modelo New York?
El modelo New York se basa en una presencialidad parcial obligatoria, generalmente de tres días a la semana en la oficina y dos días de trabajo remoto.
No es un teletrabajo libre, sino una fórmula intermedia en la que se busca preservar la cultura corporativa y la colaboración, sin renunciar a la flexibilidad y conciliación que demostraron ser tan valiosas durante la pandemia.
Empresas icónicas de Manhattan como JP Morgan, Google o Meta han adoptado este modelo tras comprobar que la interacción física entre equipos potencia la creatividad, acelera la toma de decisiones y mejora el sentido de pertenencia. En paralelo, permiten días de trabajo en remoto para favorecer la concentración y la vida personal.
En esencia, el modelo busca equilibrio, no extremos. Ni el control total del presencialismo clásico, ni la desconexión social del trabajo 100% remoto.
Las claves del modelo
1.Presencia estructurada, no rígida
Se establecen días comunes de asistencia (por ejemplo, martes, miércoles y jueves) para garantizar reuniones presenciales y cohesión de equipo.
2.Autonomía y responsabilidad
Los empleados gestionan su productividad con más libertad, pero se espera compromiso en los días presenciales y resultados tangibles.
3.Rediseño de los espacios
Las oficinas se transforman en lugares de colaboración y conexión, con menos despachos y más zonas de trabajo compartido.
4.Gestión por objetivos
Se prioriza el cumplimiento de metas frente al número de horas en el puesto.
5.Tecnología como puente
Plataformas colaborativas (Teams, Slack, Notion, Zoom…) integran a quienes trabajan desde fuera sin generar brechas entre equipos.
Ventajas del modelo New York
•Mejora del bienestar laboral: ofrece estructura sin perder flexibilidad.
•Fortalece la cultura de empresa: los encuentros presenciales refuerzan la identidad común.
•Favorece la innovación: la interacción cara a cara sigue siendo el mayor catalizador de ideas nuevas.
•Reduce costes y emisiones: menos desplazamientos y menor espacio de oficina necesario.
•Aumenta la retención de talento: especialmente entre generaciones que valoran el equilibrio entre vida personal y profesional.
Por qué cuesta aplicarlo en España
A pesar de sus evidentes ventajas, en España la adopción del modelo híbrido avanza lentamente.
Las razones son culturales, organizativas y hasta emocionales:
1.Presencialismo arraigado
En muchas empresas españolas aún se asocia “estar” con “trabajar”. La confianza se mide por la presencia física, no por los resultados.
2.Estructuras jerárquicas y poco flexibles
Las organizaciones con mando vertical encuentran difícil gestionar equipos autónomos.
3.Desigualdad digital
No todos los sectores ni territorios cuentan con infraestructuras tecnológicas o formativas que permitan un teletrabajo eficaz.
4.Espacios domésticos limitados
En comparación con otros países, las viviendas en España son más pequeñas, lo que complica la concentración y la desconexión real.
5.Gestión emocional del cambio
La cultura laboral española valora el contacto social; la oficina sigue siendo un espacio de convivencia, no solo de trabajo.
Un cambio de mentalidad pendiente
El modelo New York no es una moda ni una imposición, sino una evolución natural del trabajo.
Combina estructura y libertad, productividad y bienestar.
Pero para que funcione en España, es necesario un cambio profundo en la mentalidad empresarial y directiva: pasar del control a la confianza, de la presencia al rendimiento, de la jerarquía a la colaboración.
El futuro del trabajo no será ni totalmente remoto ni completamente presencial: será inteligentemente híbrido, y ahí, el modelo New York marcará el camino.
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