Conserve su empleo centrándose en lo que tiene que hacer

Publicada el 12 de abril de 2020. Fuente: Expansión

MONTSE MATEOS


La incertidumbre provoca una amenaza que desemboca en miedo. Toca aprender a convivir con esos tres colegas laborales y ponerse alerta para eludir a otros amigos suyos que, en estos momentos, pueden entorpecer su trabajo y su futuro profesional.


El confinamiento está haciendo más fuertes algunos de los compañeros invisibles que amenazan nuestra rutina personal y familiar. El más poderoso de todos es la incertidumbre. Ahora que las cifras son las protagonistas del día, saber qué pasará el día siguiente y si podremos volver a desempeñar nuestro trabajo tal y como lo hacíamos hasta ahora es una quimera para la que nadie está preparado. Gestionar las inquietudes diarias es la única solución si queremos seguir manteniendo un ritmo saludable.


"Todas las personas se sienten muy incómodas ante la incertidumbre porque supone una clara pérdida de control y de inseguridad frente a lo que sucede", explica Juana Erice, coach y autora de 'Gracias' (Ed. Empresa Activa). Asegura que una buena forma de gestionarla es buscando soluciones dentro de la dificultad: "Soluciones que nos permitan centrarnos en la acción y en la toma de decisiones".


Natalia Gómez del Pozuelo, conferenciante y escritora, apunta una nota positiva: "Esta emergencia nos puede ayudar a bajar el ritmo, ya que a juzgar por las cifras que estamos recibiendo, al planeta le está sentando estupendamente nuestro parón". Está segura que hay muchas actividades que aprenderemos a hacer de forma sostenible en estos momentos.


Nada está bajo control

Taparse los ojos y los oídos no sirve de nada para huir de este bombardeo de información que alimenta y el miedo. Jesús Alcoba, director de La Salle School of Business, explica que hay dos tipos de incertidumbre: "La que se puede mitigar y la que no". Subraya que la primera se puede aplacar con información veraz, pero que respecto a la otra hay que aprender a vivir con ella. "Hemos creado una sociedad con una alta capacidad de predicción, y eso nos ha hecho intolerantes a la incertidumbre. Parte de la solución es asumir que, nos pongamos como nos pongamos, no todo está bajo nuestro control", afirma Alcoba, autor de 'Génesis' (Ed. Alienta).


Actuar es lo que propone Erice: "La incertidumbre, al igual que las dudas se combaten con la acción".


Las herramientas

Para combatir con la duda, parece que tenemos más herramientas de las que pensamos. Erice identifica la profesionalidad; la fortaleza mental, "para impedir que las emociones o temores le aparten de su propósito u objetivo"; y, por último, la actitud ante las cosas que le suceden o los problemas que tenga que afrontar: "Si piensa y cree que puede resolver sus problemas, sin duda alguna encontrará el camino y lo conseguirá".


Alcoba menciona en primer lugar la información veraz: "Hay que esforzarse en buscar canales solventes y, sobre todo, no estar permanentemente hablando de la crisis". Para conseguirlo recomienda racionar la información y seleccionar mucho los canales que se utilizan. Gómez del Pozuelo, que acaba de publicar 'Hipolina quitamiedos' (Ed. Empresa Activa), también es partidaria de este racionamiento: "Intento escuchar las noticias una vez al día y no mirar mucho las redes, ni los memes, audios o vídeos que dan vueltas por ahí y que, en muchos casos son falsos".


Desde una perspectiva profesional, Erice aconseja al trabajador "centrarse en cuáles son sus posibilidades, sus fortalezas, dónde debe invertir su energía y en qué tiene que volcar su esfuerzo. Esa es la verdadera clave".


Los amigos de la incertidumbre que debe eludir

Las 'fakenews', la sobre atención al virus, hablar con personas tremendistas, pensar en el futuro y la inacción física y mental son los aliados de la incertidumbre que enumera Gómez del Pozuelo. A todos estos, Erice suma:


Negatividad. "Cada vez que descubran que están pensando en algo negativo, puede sustituirlo por una sola palabra: PUEDO".

Inactividad. "Si cae en la desidia o pereza, automáticamente tiene que ponerse un objetivo sencillo, hacerlo y conseguirlo".

Falta de objetivos claros. "Si duda por dónde comenzar, es clave que se siente ante un papel en blanco y defina lo que quiere conseguir. Luego, deberá pensar en todos los pasos que tiene que dar hasta alcanzarlos".

Falta de ilusión. "Cada mañana debe darse cuenta de que tienen todo un día por delante para vivir y que puede que se sorprendan si están atentos".

Falta de anticipación de problemas futuros. "Se resuelve imaginando diferentes escenarios y anticipando todo lo que puede llegar".

DIEZ TEMORES Y CÓMO HUIR DE ELLOS

Jesús Alcoba, director de La Salle School of Business y autor de 'Génesis' (Ed. Alienta), enumera un decálogo de temores y cómo mantenerlos a raya:


Miedo. Huir de las rumiaciones negativas cuanto antes, como si quemaran.

Rabia. Intentemos no sentir rabia hacia cosas que no podemos controlar.

Desesperanza. Los escenarios que pintamos en nuestra mente son solo eso, escenarios. Es importante apoyarnos en nuestra capacidad para imaginar futuros positivos y factibles.

Aislamiento. Compartir con los demás y con moderación lo que nos ocurre puede ser de gran ayuda, sobre todo si lo hacemos con el ánimo de ser positivos y relativizar.

Alarmismo. Los pensamientos extremos, del tipo todo o nada, a menudo no son realistas. Hay que intentar no exagerar.

Adivinación. No hay por qué adoptar conclusiones anticipadas, sobre todo si son negativas. En ausencia de datos claros y concluyentes, anticipar un futuro distópico es poco realista pero, sobre todo, dañino.

Debilidad. Acobardarse ante las situaciones críticas es también a menudo poco práctico. Si buscamos en nuestro pasado, enseguida recordaremos crisis de las que finalmente salimos airosos: somos más fuertes de lo que creemos.

Culpabilidad. Podemos llegar hasta culparnos a nosotros mismos por cosas que hicimos o dejamos de hacer y que, aparentemente, han complicado nuestra situación. En una situación como esta, sentirse culpable no solo no aporta nada, sino que nos hace sufrir. Es mejor ser proactivos y pensar en lo que podemos hacer, no en lo que pudimos haber hecho.

Contagio emocional. Las personas muy empáticas a veces sufren en exceso cuando ven sufrir a otros. La empatía es una cualidad maravillosa del ser humano, siempre que no ocupe todo el espacio disponible.

Generalización. Lo que les pasa a unas personas no tiene por qué pasarles a otras. Hay que poner coto al sufrimiento y centrarse en las cosas positivas que, a pesar de las circunstancias, todos tenemos.

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